La tragedia de Hillsborough: homicidio, no accidente
La muerte
por aplastamiento de 96 personas el estadio de Hillsborough, hace ahora
27 años, no fue un accidente. Aquellos fans del Liverpool, con edades
comprendidas entre los 10 y los 67 años, fueron víctimas de un homicidio
imprudente, atribuible a la policía. Esa es la conclusión a la que ha
llegado este mediodía el jurado, formado por seis mujeres y tres
hombres, constituido hace dos años.
Familiares
de las víctimas se abrazaban emocionados a las puertas del edificio de
Warrington, en el norte de Inglaterra, donde los miembros del jurado se
reunían desde marzo de 2014 y donde pasadas las 11 de la mañana ha
comunicado su decisión. Unos y otros podrán, al fin, pasar la página del
proceso judicial más largo de la historia legal británica.
El jurado
ha llegado a la conclusión de que los fallecidos fueron víctimas de
homicidio, atribuible a la deficiente actuación policial, antes y
durante el partido. También ha concluido que el comportamiento de los
hinchas del Liverpool no causó ni contribuyó a la tragedia. Tras una
campaña de 27 años por parte de los familiares de las víctimas, la
memoria de la afición del Liverpool ha quedado limpia. Un canto
espontáneo de You’ll never walk alone, el himno del equipo, acompañó a la salida del juzgado las lágrimas de los familiares.
La
decisión supone el fin de un doloroso proceso. El 15 de abril de 1989,
durante la semifinal de la Copa de Inglaterra entre el Liverpool y el
Nottingham Forest, se escribió la página más trágica del fútbol inglés.
Las semifinales, como las finales, se juegan en partido único en campo
neutral, y aquella se celebró en el estadio de Hillsborough, en
Sheffield. El partido duró solo seis minutos, pero la afición del
Liverpool no lo olvidará nunca.
A pesar de que habían acudido muchos más aficionados reds,
al Liverpool se le asignó la parte más pequeña del estadio. En las
gradas centrales, detrás de una de las porterías, se amontonaba de pie
el doble de público de lo permitido. Miles de aficionados presionaban en
el exterior del estadio para entrar, y se tomó la decisión de permitir
que accedieran, lo que agravó aún más la situación. La grada se
convirtió en una trampa mortal.
Las rejas
que separaban al público del césped impedían a la gente escapar. Los
movimientos en la grada hacían pensar a la policía que se preparaba una
invasión del campo, y pidieron refuerzos para controlar esa posible
invasión. Hay que recordar que no estaba lejos el auge del fenómeno
hooligan: sólo habían pasado cuatro años desde la tragedia de Heysel.
La
situación era ya grave pero el partido empezó a su hora. La tensión
creció con un tiro al palo en el minuto 4 en la portería opuesta. Poco
después, la policía al fin se dio cuenta de lo que estaba ocurriendo y
ordenó parar el partido y abrir las pequeñas puertas de acceso al
terreno de juego. Unos escapaban hacia el campo, otros se encaramaban a
la grada. Los heridos eran trasladados encima de anuncios que hacían las
veces de camillas. El balance fue de 96 muertos y casi 800 heridos.
En
diciembre de 2012 se ordenó una nueva investigación de los hechos,
después de que el Tribunal Supremo londinense anulara los veredictos de
muerte accidental dictados 21 años antes. Una investigación
independiente había aportado nuevas pruebas que exoneraban de cualquier
responsabilidad a los hinchas.
Hasta 58
personas perdieron a un padre o una madre en la tragedia. Algunos de
ellos han acudido cada día a las sesiones del juicio. Las familias de
las víctimas, a través de un comunicado, han declarado que las
conclusiones del jurado “compensan completamente” la larga lucha por la
justicia.
Fuente: ElPaís.com
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